Sobre la calle séptima con carrera cuarta había una gigantesca casa que, por cosas de la inflación, habían convertido en un club de ping-pong. Allí nos trenzábamos en interesantes y prolongadísimos partidos que, generalmente, terminaban solo cuando la pelota se volvía añicos o la plata de las onces se nos acababa.
Después estos mismos encuentros los trasladaríamos para la calle diecisiete, pero ahora entre cuatro y con paño verde en medio de la mesa, cerveza y President, de vez en cuando.
Y ni que decir de los partidos de fútbol que disputábamos los domingos en plena carrera séptima, cuando en el capitolio y sus alrededores se podía caminar. Éramos Joya, Spencer y la pléyade de estrellas del Peñarol, el equipo de moda. La misma plazoleta del Colegio Mayor de San Bartolomé, es testigo de aquellos memorables encuentros con pelota de caucho, de las que rebotan.
La nota era irse los viernes en la noche a la Feria Exposición a la caseta "Matecaña", con la animación de Sady Rojas, a bailar cuando se iba emparejado o a oír música tropical, cuando íbamos solos o con compañeros de colegio.
Y adentro, todo un espectáculo: Gustavo Quintero y los Graduados. Rodolfo y Los Hispanos. El primero con sus brincos y gestos y esa mano que se pone en la oreja cuando entona "se te olvida", animando al más triste de los entierros. O danzando alegremente al ritmo de "...yo tenía una mula rucia/y por más que corcoveaba/ni siquiera se movía..."
Soplaban nuevos vientos. Bajaba la presión de las pandillas juveniles con sus chaquetas negras de cuero y grandes emblemas en la espalda.
Han desparecido las cadenas de bicicleta y las navajas como elementos de defensa y demostraciones de poder.
La moda era escuchar por Todelar, el circuito del pueblo, las aventuras radiales de Kadir el Árabe, de 1:30 a 2:00 de la tarde; de Kalimán y su inseparable amigo Solín, de 5:30 a 6:00 de la tarde y las de Chang Li Poo, de 9:30 a 10:00 de la noche o leer los tomos color sepia con todo lo que le sucede a Santo, el enmascarado de Plata y su interminable lucha contar el hombre araña. Este si mitad hombre y mitad araña, por virtud y gracia de los dibujantes mexicanos.
Ahora en las emisoras juveniles se empiezan a transmitir las baladas-rock de Mary Triny, María Ester Lovera, Jeanette, Nada y la estelarísima Tormenta que barre también como autora y las letras de San Remo: "Los Días del Arco Iris, Gira el Amor y El Rey de Oros".
Los jóvenes toman cuba libre, que no es otra cosa que ron con Cocacola y fuman Marlboro.
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